CONFERENCIAS: Lic. Adolfo COLOMBRES y Lic. María Silvia BOUTEILLER. PONENCIAS: Paulo LEZCANO y Oscar BIANCIOTTO.
El Lic. Adolfo COLOMBRES dio una Conferencia en el Primer Encuentro Regional y Patagónico en Gestión Sociocultural, titulada “La Gestión Cultural frente a la opción civilizatoria de nuestra América y los desafíos de la diversidad”
Luego siguió la Conferencia “El valor turístico del patrimonio rural fueguino” a cargo de la Lic. María Silvia BOUTEILLER.
Moderadora: Dra. Lorena Salvatelli
LA GESTIÓN CULTURAL FRENTE A LA OPCIÓN CIVILIZATORIA DE NUESTRA AMÉRICA Y LOS DESAFÍOS DE LA DIVERSIDAD
Lic. Adolfo Colombres
EN TORNO A LA POLÍTICA DE LA UNESCO
Aunque la UNESCO
fue creada en noviembre de 1946, en su primer cuarto de siglo no avanzó
mayormente en el tema de las políticas culturales, probablemente a causa de las
dificultades que se advirtieron desde un principio para fijar una filosofía
común en las materias de su incumbencia, por el hecho de hallarse en ella
representados numerosos gobiernos retrógrados y hasta dictatoriales, a los que
nada seducía el desarrollo cultural, por el alza de la conciencia que ello
conlleva. Se podría decir que las piedras fundamentales en esta materia,
dejando atrás una etapa meramente conservacionista del patrimonio arqueológico
de la humanidad, se pusieron a partir de la Conferencia Mundial sobre Políticas
Culturales, organizada por dicho organismo en 1970 en la ciudad de Venecia. Las
líneas que allí se trazaron fueron profundizadas luego por conferencias
intergubernamentales regionales. Ellas fueron: Eurocult, o Conferencia
Intergubernamental Sobre las Políticas Culturales en Europa (Helsinki, 1972);
Asiacult (Yogyakarta, 1973); Africacult (Accra, 1975); y Americacult (Bogotá,
1978).
En Venecia se vio ya la necesidad de
superar la concepción elitista de cultura, que la definía en términos puramente
artísticos, para adoptar un concepto antropológico. Si bien el arte siguió
siendo la parte más relevante del concepto, éste pasó a comprender también las
costumbres, creencias, modos de vida, ciencia, tecnología, etc. Se reconoció el
hecho de que los grupos humanos tienen una cultura específica, y sobre todo el
derecho a cultivar esta particularidad, el que se incorporó al conjunto de los
derechos humanos esenciales, cubriendo un vacío de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948. En Venecia se puso
de manifiesto que es deber del Estado crear las condiciones para que tal
derecho pueda ser ejercido.
Dicho organismo ha subrayado en múltiples documentos la gran
correspondencia que existe entre desarrollo económico, desarrollo cultural y
promoción social, rompiendo la creencia anterior de que el desarrollo era una
cuestión puramente económica, y que sin un previo progreso en este campo no
podía darse un desarrollo cultural. Se vio que difícilmente se alcanzará un
desarrollo económico estable, armonioso y capaz de mejorar realmente las
condiciones de vida de los pueblos sin un desarrollo cultural paralelo. Al
decir cultura se decía también educación, medios de comunicación y respeto a
los ecosistemas, para evitar un desarrollo irracional, ecocida y en
consecuencia anti-cultural. Entendido de esta manera, el desarrollo cultural se
convierte en un instrumento para alcanzar el desarrollo económico y social, y
también en un modo de reafirmar las identidades nacionales, como lo puntualizó
la Conferencia de Yogyakarta. Se señaló también allí que sólo el desarrollo
cultural podía actuar como elemento compensador, de equilibrio o control de una
transferencia tecnológica y científica intensiva. El control exige una
adaptación de los modelos incorporados a las características sociales y
culturales propias, así como a las reales necesidades de los pueblos.
En Americacult, o Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas
Culturales en América Latina y el Caribe, se destacó que corresponde al poder
público formar especialistas en desarrollo cultural, señalándose al efecto
cuatro dominios básicos, a saber: a) Administradores de asuntos culturales; b)
Animadores culturales; c) Especialistas en la preservación del patrimonio
cultural; y d) Archivistas, museólogos y bibliotecarios. Las dos primeras
categorías tienen que ver con el diseño y puesta en práctica de políticas
culturales; las dos últimas serían de orden más técnico. Pero al hablar de
administradores y animadores esta Conferencia repite un modelo elaborado en
Europa, sin especificar cómo dichos operadores orientarán su práctica en una
realidad signada por la dependencia, por un largo colonialismo cultural. Porque
no se puede soslayar la triste circunstancia de que en América, y nuestro país
no es para nada una excepción, la cultura nacional tiene que remar contra la
corriente, derrochar su energía en conseguir los mínimos espacios y recursos
que precisa para manifestarse, porque la vía ancha sigue estando consagrada a
una cultura elitista que se nutre con lo ajeno, es decir, con las modas y
tendencias metropolitanas. Y qué decir ya del campo de las culturas
subalternas, donde son casi inexistentes los recursos destinados a apoyar su
desarrollo autónomo. En tales circunstancias, el desarrollo de la cultura
nacional y popular debe pasar indefectiblemente por un proceso de
descolonización profunda de la conciencia y de las prácticas simbólicas. Esto,
claro, no ocurre por ejemplo en Francia y España, que son los países donde se
gestaron principalmente estas políticas. La lucha por las autonomías se da allí
en un plano más simétrico, pues nadie llamaría a la cultura catalana una
cultura subalterna.
En consecuencia, el personal no puede formarse como si fuera a trabajar
luego con vientos propicios, en el marco de una cultura reconocida,
desarrollada y que goza de plena salud, sin complejo alguno de inferioridad ni
vestida con el pobre ropaje de lo periférico. Hay cuestiones que deberá conocer
a fondo, como la compleja interacción entre cultura popular y cultura de masas,
entre cultura popular y cultura ilustrada, y entre cultura nacional y cultura
universal, dialécticas casi borradas hoy por el proceso de globalización
neoliberal, el que pretende acabar así con la fundamental dialéctica de lo
propio y lo ajeno, que diferencia el campo de pertenencia del campo de
referencia. Deberá conocer también los mecanismos de dominación, las formas
históricas de penetración cultural, y sobre todo las vías para alcanzar en lo
simbólico una desasimilación del modelo dominante y el pleno control de la
cultura.
Lo que la Conferencia de Bogotá
(Americacult) propuso, en líneas generales, es formar con igual dedicación
operadores culturales tanto a nivel de las bases populares como de los sectores
especializados, pensando que sus tareas no se superponen, que a cada cual le
corresponde un ámbito específico. La formación de los animadores debía quedar a
cargo de los gobiernos, como una parte indeclinable de su política cultural,
mientras que la formación de los administradores de hecho se confiaba a
los centros académicos, y en especial a las universidades.
EL TRABAJO EN LA BASE: ANIMADORES Y
PROMOTORES
La UNESCO definió a
la animación socio-cultural –así se la caracterizó finalmente- como “el
conjunto de prácticas sociales que tienen como finalidad estimular la
iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio
desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica en que están
integradas”. Esta definición, además de ser demasiado amplia (lo que ha permitido
incluir una serie de prácticas que de hecho tienen o deben tener su propio
régimen, como la educación popular), no apunta a nuestro juicio al desarrollo
cultural en sí, desde que se limita a utilizar elementos culturales en la
promoción social de las comunidades. El desarrollo cultural es algo mucho más
complejo, que debe encararse en forma orgánica. Al definir el concepto de
cultura, Lévi-Strauss, junto al requisito de su originalidad (entendida
como diferencia en relación a las otras culturas con las que se confronta),
señalaba el de laglobalidad. Para cumplir con este último requisito, una
cultura, entendida en un sentido antropológico, debe abarcar todas los sectores
de la actividad humana, por más simple que sea su tecnología e imaginarias sus
explicaciones, y mantener entre dichos sectores cierta armonía o coherencia.
Esta idea es útil para entender que el desarrollo cultural, para ser
verdaderamente tal, debe ocuparse de todas las áreas de la cultura,
contemplar su aspecto orgánico, sin que ello implique que no pueda privilegiar
a un área sobre otra, en función de los antecedentes históricos de una
sociedad. Bajo esta concepción, no puede llamarse desarrollo cultural a la
utilización de elementos de la cultura para otros objetivos, por nobles que
sean, y tampoco al desarrollo inorgánico, no pensado en toda su complejidad y
con un sentido estratégico.
Acaso la mayor falencia de la animación socio-cultural es haber
invisibilizado a las distintas formas de dominación cultural que operan en la
dialéctica de nuestros países. Aun más, se podría decir que el colonialismo
subyace en su propuesta, pues nació pensada como una política oficial
destinada a los sectores populares, a quienes se quería desarrollar
culturalmente con el mismo ánimo de servicio social con el que los enfermeros
van a vacunar en un barrio pobre. Aunque se ofreciera alguna participación al
grupo, se trataba de una acción realizada por especialistasajenos a él (o
sea, de agentes externos), quienes decidían lo que era conveniente
o posible hacer, y tal acción le llegaba como un don. Así, el papel de uno era
dar, y el del otro recibir, lo que configura la estructura binaria de la
dominación paternalista, que actúa por sustitución.
Ander Egg decía que la animación socio-cultural no podía ser considerada
una ciencia, simplemente porque carecía de una teoría propia, en el estricto
sentido de la palabra teoría, ni tampoco una modalidad específica de
conocimiento de la vida social y cultural: sería tan sólo una tecnología
social. La promoción cultural, que se presenta aquí como una alternativa más
ajustada a la triste realidad de nuestros países, se apoyaría en lo que he
llamado escuela mexicana, por ser una práctica que pudimos realizar
en dicho país con antropólogos y otros especialistas que trabajaron en los
campos de la educación indígena y las culturas populares, y a la que
sistematizo en el Nuevo Manual del Promotor Cultural.
La promoción cultural no es una mera tecnología social, sino una
teoría específica que se convierte en práctica en un contexto también
específico: el popular. Es por eso que el volumen I de dicha obra se llama
justamente “Bases teóricas de la acción”. Ella no puede ser desligada de la
idea de autogestión, de un movimiento cultural surgido del grupo
para asumir el control y descolonización de su cultura. De lo que se trata, en
definitiva, es de recuperar la integridad de una cultura fragmentada,
devolverle su coherencia, explorar sus posibilidades, definirla como un
modelo totalizador, oponible al modelo dominante. Más que una política, la
promoción cultural es una acción de apoyo a las políticas que se fijen los
sectores populares. En la elaboración de éstas, el agente externo puede
asesorar, pero no tomar decisiones por su cuenta, desde que no se le asigna en
dicho proceso un rol protagónico. El verdadero promotor cultural no es un
agente externo sino interno, un militante del
grupo al que pertenece y no alguien formado en otros contextos para actuar en
cualquier parte. Quienes lo apoyan, no serían en esencia promotores culturales,
sino técnicos puestos a su servicio, por su propia iniciativa o enviados por el
Estado o una institución privada luego de un acuerdo previo de trabajo, cuyas
condiciones deben estipularse con toda claridad para especificar los roles y
evitar así conflictos.
Para poder cumplir con las múltiples acciones que requiere un desarrollo
cultural debidamente planificado, la promoción cultural debe, en la medida de
lo posible, atender a la especificidad de su función, dejando el manejo
político y económico, así como la asistencia educativa y social, en manos de
otras organizaciones del grupo o controladas por él. La importancia capital de
un desarrollo cultural orgánico y manejado por los sectores populares radica
por un lado en la toma de conciencia histórica que ello
implica, y por el otro en el hecho de que sólo la cultura puede dar al
desarrollo de una sociedad una dirección propia que le permita
salvaguardar y reelaborar su identidad. Sin cultura, toda diferencia será
arrastrada por las tumultuosas aguas de la globalización.
GESTIÓN CULTURAL Y CULTURAS SUBALTERNAS
El concepto de
administración cultural no tardó en ser cuestionado por los sectores
ilustrados, en el entendimiento de que esta función excedía el simple manejo de
los recursos públicos o privados de la cultura, al requerir una gran cuota de
creatividad. Fue así reemplazado por el de gestión cultural, que se consideró
más pertinente. No obstante, las ciencias sociales definen a la gestión como la tarea y el efecto de administrar una
empresa de cualquier tipo, así como los organismos públicos. Tanto en la esfera
privada como en la pública, la gestión implica normalmente una obligación de
rendir cuentas, que se instrumenta a través de informes y balances sobre el uso
tanto del presupuesto asignado como de los otros recursos puestos bajo su
control. Para rescatar a la gestión cultural de ese limbo, se
señala el papel creativo, planificador y ejecutor de acciones de este tipo que
le compete. Ello puede ser correcto y pertinente como propósito en el ámbito de
la cultura ilustrada y la formación académica de especialistas en desarrollo
cultural, pero al aplicarse al campo popular resulta políticamente incorrecto.
Es que el promotor cultural, más que gestar lo que no existe aún, recupera
lo existente, lo pone en valor y potencia de manera creativa. Más que crear
y generar por su cuenta, interviene en la reformulación colectiva de la
cultura a la que pertenece, pues más que ante una estética de la
subjetividad, que caracterizaría al ámbito en que opera el gestor, se halla
involucrado en una estética de la comunidad, que tiene mecanismos
distintos, y hasta opuestos, para construir la realidad.
Promover es más humilde que gestar o recrear individualmente un patrimonio
colectivo. Es tan sóloadelantar, hacer avanzar algo, activarlo. Su
anclaje en las culturas subalternas es total, pues busca en cada caso generar
una teoría y una acción ajustadas a la realidad del propio grupo al que se
pertenece, con miras a su descolonización profunda. Las políticas son además
diseñadas y ejecutadas por las mismas organizaciones populares, en un proceso
de autogestión conducido por miembros calificados del grupo. La función de los
agentes externos es sólo de apoyo, como se dijo, y su actitud debe ser de
servicio, no de mando. El proceso servirá así en primer término al pueblo que
lo produce y no a otros sectores, como suele ocurrir con las prácticas
folklóricas. La promoción cultural no se propone llevar al opresor la cultura
de los oprimidos, ponerla en sus manos como un paquete precioso que le
permitirá limpiar su conciencia y enmascarar la continuidad de la situación.
Vemos entonces que un gestor cultural no puede ir a gestar creativamente las
culturas subalternas, pues eso sería usurparles un rol fundamental para su
liberación con un método paternalista, por seductores que resulten sus frutos.
Si decide trabajar en este campo, tendrá que limitarse a promover, a activar
los mecanismos de la conciencia reflexiva y apoyar humildemente el proceso con
las armas de su especialidad, pero como un simple asesor. Claro que muy pocos
gestores se allanarán a cumplir un papel tan simple y subordinado con un grupo
popular, sin manejo gerencial alguno, después de haber estudiado varios años
para conducir los “altos destinos” de la cultura. Por otra parte, la formación
académica tiene en este aspecto mucho de deformante, por el papel mesiánico que
la inspira, un racionalismo enamorado del pensamiento abstracto y tributario de
categorías ajenas para el análisis de la realidad americana. Su vocación nace
arriba, en el campo ilustrado de la cultura, y en algún momento, atraído por la
cultura popular o enviado por quien lo contrata, acepta “descender” o
condescender a ella, utilizando teorías y prácticas que suelen resultar
ineficaces en este medio, y a menudo patéticas y hasta conflictivas, por lo que
se termina haciendo a estos sectores más daños que beneficios.
Lo grave de este “descenso” redentorista de la gestión cultural hacia lo
popular es que de hecho ha borrado ya la dualidad establecida por la UNESCO,
produciendo así una virtual unificación que termina de instalarla como
hegemónica. Los criterios propios de lo que caracterizamos como promoción
cultural son desplazados por políticas que no buscan apoyar el desarrollo
cultural genuino de los pueblos, sino imponerles técnicas cada vez más
despolitizadas, que ignoran su situación en el mundo, su proceso histórico
específico y los valores que vertebran su imaginario. Y no puede ser de otra
manera, porque el perfil del gestor cultural nada tiene ya que ver, gracias a
la creciente colonialidad de las ciencias sociales, con el de un militante de
base que opera en su cultura y desde ella se
proyecta hacia los otros campos del quehacer, para fortalecer la identidad
y conciencia de su comunidad a fines de que ésta pueda defenderse
mejor de toda forma de opresión. Se trata más bien de un profesional con
formación universitaria, por lo común proveniente de la clase media e incluso
alta, o de un intelectual con un vasto currículum vitae y
cursos de postgrado en el exterior que ostenta como broches de oro.
EL VALOR TURÍSTICO DEL PATRIMONIO RURAL FUEGUINO.
Lic. María Silvia Bouteiller
Resumen:
Constituido a la vez por elementos materiales e inmateriales, la zona rural posee un patrimonio natural, cultural y paisajístico de gran riqueza. Este patrimonio es a la vez factor y motor de desarrollo. Reconocer el valor del pasado, proteger y valorar este patrimonio es esencial para lograr el mantenimiento de su equilibrio ecológico y su desarrollo económico, social y cultural. El valor multidimensional del patrimonio rural favorece el desarrollo de las zonas rurales como espacios de vida, de actividades económicas, de ocio y a la vez es espacio natural.
El turismo se plantea como una actividad que promueve la puesta en valor de las zonas rurales hermanando el desarrollo con la protección de los valores patrimoniales paisajísticos, naturales y culturales.
INTRODUCCION
El medio rural para muchos representa un entorno duro, difícil, sin infraestructuras y servicios; para otros en cambio, significa calidad de vida, bienestar, tranquilidad, desarrollo personal en armonía con la naturaleza. Todo ello resume el debate actual sobre el medio rural y la importancia de preservar su patrimonio. [1]
El turista del nuevo milenio es experimentado y está ávido de nuevos conocimientos, por lo que busca interactuar con los habitantes de los destinos receptores. Esto obedece al deseo de descubrir una cultura diferente, un modo de vida distinto, comer platos locales e incluso experimentar costumbres.[2]
Estas nuevas tendencias corresponden a una sociedad en continuo cambio, ecológicamente cada vez más concienciada que demanda una nueva calidad de vida y consciente de los efectos negativos del turismo masivo.[3] Este nuevo turismo responde a una nueva ética del turismo y del turista que incorpora la sensibilidad hacia la naturaleza, la cultura y las formas de vida de las poblaciones receptoras.[4]
Teniendo en cuenta esta nueva percepción se puede afirmar que en general el medio rural cuenta con un gran capital, que es su patrimonio y que tiene una dimensión ecológica, cultural y económica. [5]
En términos generales, el patrimonio rural representa un rico capital ecológico que engloba los paisajes, los valores naturales del lugar y su biodiversidad.
El capital cultural se refiere al conjunto de lo heredado por la población local, sus tradiciones y su legado agrícola representado por los productos locales.
Finalmente el capital económico, se materializa en iniciativas locales en pequeñas y medianas empresas que procesan los productos.
Estos tres aspectos son mutuamente dependientes, están fuertemente interrelacionados y hacen a la calidad de vida en el medio rural y a su atractividad como producto turístico.
Argentina, en general, y Tierra del Fuego en particular, no quedan fuera de este contexto sino que se insertan en él con la fuerza que generan, desde el punto de vista turístico, los espacios naturales poco modificados, la baja densidad poblacional, las manifestaciones culturales y la rica variedad de flora y fauna autóctona.[6]
El patrimonio se ha convertido en uno de los ejes centrales de la renovación de los territorios rurales, entendiéndolo como generador de nuevos empleos y como recurso turístico.[7]
Existe en el mundo una sensibilización para la conservación y el uso de este objetivo para generar nuevos recursos, basado en el concepto de que sólo se conserva lo que se usa. Esta visión garantiza el futuro del patrimonio rural. [8]
EL SECTOR RURAL DE TIERRA DEL FUEGO
Los establecimientos agropecuarios fueguinos ocupan poco más del 50% del territorio provincial y en su mayoría se dedican a la ganadería. Están insertos en un territorio que presenta cinco zonas agroecológicas diferenciadas: estepa magallánica, ecotono bosque, ecotono costa norte, ecotono costa sur y cordillera.
Las estancias son conjuntos arquitectónicos que tienen características especiales en cuanto a su ubicación, distribución, funciones, jerarquías, diseño, materiales de construcción y uso del color. Estas estancias surgieron a fines del siglo XIX como consecuencia de distintas políticas de ocupación del territorio por parte del gobierno nacional. Al principio fueron las grandes concesiones y más tarde con la reforma agraria surgen establecimientos más pequeños la mayoría de los cuales perdura en la zona del ecotono.[9]
Además de las políticas nacionales estos asentamientos estuvieron condicionados por factores ambientales y culturales que les dieron características especiales. El aspecto ambiental y la cercanía a una huella de acceso incidieron en la elección del sitio de emplazamiento del casco.
La mayoría se dedicó a la cría extensiva de lanares con una marcada estacionalidad.
Debido al aislamiento geográfico con la capital los vínculos comerciales y culturales se fortalecieron con las Islas Malvinas y el Sur del Chile lo que propició el asentamiento de ingleses, alemanes y norteamericanos que buscaron sus peones en Chile y sus mejores ovejeros en Escocia. La vida social y económica se vinculó a la ciudad de Punta Arenas como núcleo poblacional cercano y a Europa.
Los cascos constituyen, en las estancias grandes, pequeños pueblos que se mantienen hasta nuestros días. Estos conjuntos arquitectónicos se agruparon en tres sectores definidos: el sector productivo, el de viviendas y el sector servicios
EL USO TURISTICO DE LOS ESTABLECIMIENTOS RURALES EN TIERRA DEL FUEGO.
En todas las zonas rurales del mundo desarrollado, los problemas del declive demográfico, de mutación económica y de regeneración de las colectividades son universales. Desde hace más de un siglo las pujantes tendencias a la industrialización y urbanización no cesan de modificar la situación económica y política de la sociedad rural.[10]
Si bien nuestra provincia no está ajena a esta realidad la población rural resulta poco significativa, registrándose sólo un 2,9% del total provincial en el último censo realizado en el año 2010.
En este marco, los productores rurales enfrentan los siguientes problemas: marcada estacionalidad de la actividad principal, incapacidad para generar recursos económicos suficientes, explotaciones inapropiadas que alteran el ecosistema, éxodo de las generaciones jóvenes hacia los centros urbanos, perdida del patrimonio natural, cultural y artístico, construcciones en desuso o subutilizadas en los cascos.[11]
La incorporación de las actividades turísticas en los establecimientos rurales de Tierra del Fuego se dio en tres etapas diferenciadas, que respondieron a necesidades y modalidades diferentes de turismo.
La primera es la que incorpora a la oferta rural a Estancia Harberton, primera estancia de Tierra del Fuego que se consolidó en la década del 80 como producto rural para turismo masivo. En ese momento evidentemente respondía a la demanda existente, ofrecía una visita a las instalaciones y la posibilidad de tomar el té o almorzar. Hoy, si bien continúa con un perfil masivo se ha convertido en un lugar de valor histórico y de interés científico en el que los visitantes logran, mediante la visita, recrear la vida de la familia Bridges-Goodall y comprender la importancia de la conservación del medio natural y su biodiversidad.
En la segunda etapa se desarrollaron los cotos de pesca, esto especialmente en la zona norte de la Provincia, donde se aprovechó la potencialidad de los ríos de la estepa para la pesca de salmónidos. En este caso se reciclaron edificios en desuso en algunos cascos adaptándolos a los requerimientos de la demanda inicial que era de turismo extranjero. Surgieron así los Lodges de Pesca que se encuentran actualmente en las siguientes estancias: Ea. María Behety, Ea. José Menéndez, Ea. La Retranca, Ea. Aurelia, Ea. San José, Ea. Despedida, Ea. San Julio en la zona de la estepa y Ea. María Luisa en el ecotono costa. Este es un producto singular donde se combina una actividad deportiva como es la pesca con mosca y la inmersión total en la naturaleza agreste de la estepa fueguina.
Finalmente, a fines de la década del ‘90 se incorporaron a la actividad turística otros establecimientos que vieron la actividad turística como una alternativa de diversificación económica, ofreciendo actividades por el día o pernoctes con desayuno.
Con el transcurso del tiempo muchas dejaron la actividad y sólo algunas continuaron con su oferta particular. Este tercer grupo se localiza tanto en la zona de estepa como en el ecotono.
TURISMO RURAL Y VALORACION DEL PATRIMONIO
El turismo permite que el patrimonio sea un elemento que puesto en valor, origine el interés de los visitantes, gracias a la interacción que se establece entre el destino y el turista, el cual viene a compartir y a vivir experiencias nuevas con gente de una cultura diferente a la suya.[12]
La incorporación de la actividad turística a la zona rural permite revalorizar todo ese capital potencial que tiene el campo y permite romper con el esquema de monocultivo al diversificar su actividad ampliando la oferta de trabajo, reteniendo a los jóvenes y sobre todo mejorando la calidad de vida de sus habitantes.
A fin de valorar los beneficios que aporta la actividad turística a la zona rural he seleccionado entre los establecimientos que actualmente ofrecen servicios al turismo a la Ea. Rolito. Esta unidad económica fue también utilizada como caso testigo en el trabajo realizado con mis colegas la Lic. Marie Jensen, la Lic. Stella Alazard, el Lic. Esteban Daniels y la Arq. Elsa Zeisteger acerca de la factibilidad de la implementación de actividades turísticas en los establecimientos rurales de Tierra del Fuego.
Se seleccionó esta estancia como ejemplo de emprendimiento turístico orientado al turismo no masivo, de bajo impacto, de alto contacto tanto con el medio como con quienes viven en la estancia la mayor parte del año.[13]
Se trata de una estancia pequeña, de 17.000ha. ubicada en la zona del ecotono a 14 km de la ruta N°3 y a 80km. de la ciudad de Rio Grande.
Fue fundada por Sebastián Luna, un dentista de Buenos Aires, en 1927 cuando inició sus actividades ganaderas. Es una de las pocas estancias que continua perteneciendo a los descendientes del pionero fundador y cuyos miembros viven en forma permanente en el lugar.
A fines de la década del ’90 se incorporó a la oferta turística de Tierra del Fuego con un proyecto de diversificación de la actividad económica principal y poco tiempo después orientándolo hacia un modelo que le permitió la conservación del patrimonio cultural y ecológico del establecimiento.
En la actualidad es la única estancia que continúa ofreciendo actividades y pernocte en forma ininterrumpida desde su apertura y han vivido esta cuestión del turismo como etapas de intercambio y aprendizaje que se fueron dando naturalmente y que contribuyeron al descubrimiento y la puesta en valor de aspectos ambientales y culturales que fueron ratificados por los mismos turistas durante su estadía en el lugar.
Desde el punto de vista del capital ecológico la actividad turística les hizo considerar al bosque no como un elemento aislado sino como parte del producto conjunto que la estancia ofrece. Una mancha de 300 ha . de bosque virgen de lenga, que al inicio de las actividades era llamado “el Campo Muerto” hoy se ha convertido en “La Reserva”, un lugar cuidado y protegido que muestran con orgullo a los que los visitan.
El capital cultural, en este caso específico, es desde mi punto de vista el de mayor potencial.
El visitante que llega a pernoctar o a pasar el día se integra a una familia que a pesar de recibir turistas hace 15 años, no ha dejado de lado ninguno de sus usos y costumbres. Tradiciones rurales heredadas y que han ido transmitiéndose a la generación más joven que hoy en día colabora en la atención del turista. La comercialización se realiza exclusivamente a través de una agencia de viajes especializada, lo que permite que la familia anfitriona se desprenda del aspecto comercial del servicio y le permita considerar al turista como “una visita de amigos”.
Si se entiende por producto turístico cultural a la propuesta de viaje, fuera del lugar de residencia habitual, estructurada desde productos y ofertas culturales a las que se incorporan servicios turísticos (transporte, alojamiento, guías de viaje, visitas, etc.), sin dudas favorecerá la identidad y la cohesión social- como un recurso económico, capaz de generar rentas y empleos, y como una valiosa herramienta de desarrollo sostenible, sobre todo a escala local.[14]
[1] Samanta García-Carro. Europe Direct Galicia. Centro Europeo de Información Rural.
[2] Jorge Hermosilla Pla en Revista Cultura y Desarrollo. N° 4 Diversidad cultural y turismo. Colombia: Editorial Linotipia Bolivar y Cía. 2005. P.7
[3] Vera, F. (1997:122) en Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires
[4] Del Reguero Oxinalde, M. Ecoturismo. Nuevas formas de turismo en el espacio rural. 1994. Bosch Turismo. Barcelona.
[5] Samanta García-Carro. Europe Direct Galicia. Centro Europeo de Información Rural.
[6] Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires.
[7] García Casado, P. IDC-Cuenca
[8] García Casado, P. IDC-Cuenca
[9] Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires.
[10] Vera, F (1997:132) en Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires
[11] Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires
[12] Guzmán Vilar, Laritza y García Vidal, C. Gelmar Fundamentos teóricos para una gestión turística del patrimonio cultural desde la perspectiva de la autenticidad.
[13] Jensen, M; Bouteiller, M. S.; Zeinsteger, E. El Patrimonio Arquitectónico de las Estancias de Tierra del Fuego como recurso Turístico. Estudios y Perspectivas en Turismo. Vol 10. 2001 CIET. Buenos Aires.
[14] Ma. Cruz Porcal Gonzalo. Cuadernos de Turismo 27 (2011) p. 759-784
PAUSA
Mesa Temática: Gestión Sociocultural y Turismo
PAUSA
Mesa Temática: Gestión Sociocultural y Turismo
Moderadora: Lic. Mabel Silva
-
Turismo
y sociedad: la puesta en valor de la gastronomía en Ushuaia como patrimonio
cultural (Proyecto de investigación) / Paulo LEZCANO
-
Interpretación
del patrimonio. Alternativa de gestión en áreas protegidas. / Ing. Oscar
BIANCIOTTO.
Proyecto
de investigación: Turismo y Sociedad: la puesta en valor de la gastronomía en
Ushuaia como patrimonio cultural. Gestión
sociocultural y turismo. Tec. Lezcano Paulo
Introducción
Se presenta como
propuesta de trabajo el siguiente proyecto de investigación que analizará la
promoción turística de la gastronomía y si hay reconocimiento o identificación
de platos culinarios como propios de Ushuaia.
Con el fin de
adentrarnos en la temática de interés sobre la relación entre los residentes y
la gastronomía local (como uno de los elemento de la cultura), haciendo énfasis
en la promoción turística culinaria, trabajamos en la recolección de
bibliografía y documentos referidos al tema, que nos permiten estudiar,
analizar y reflexionar sobre la importancia del tema a tratar.
Ushuaia es
referente nacional e internacional en turismo, no sólo por la posición
geográfica y estratégica de la ciudad “Ciudad
más Austral del Mundo” o, también
conocida y promocionada como “Puerta
de entrada a la Antártida” (Carta Orgánica Municipalidad de Ushuaia, 2002),
sino que además cuenta con infraestructura, equipamiento, planta turística y
distintos atractivos que motivan y reciben cada año un gran flujo turístico
hace más de una década. Este centro turístico, se caracteriza por ser un
destino estacional, cuya temporada alta se encuentra entre los meses Octubre y
Marzo, recibiendo turistas de distintas procedencias, ya sea por vía aérea,
terrestre o marítima, se calculan unos 201.118[1]
arribos de visitantes en la temporada alta
de La Ciudad del Fin del Mundo.
Tanto el Gobierno Nacional, como el Provincial
y el Municipal realizaron mejoras que
permitieron la consolidación de Ushuaia como destino turístico. Estas
mejoras se ven reflejadas en la infraestructura
y calidad de los servicios, como son los casos de: el Aeropuerto
Internacional Malvinas Argentinas, creado en el año 1995 y reformado en los
años 1997 y 2007 y la ampliación del Muelle Turístico en el año 1999, que dan
por resultado el incremento en la cantidad de arribos como también el atraque
de buques de distinto porte. (Daverio, Jensen y Vereda, 2007).
Observando la
construcción y consolidación de la ciudad de Ushuaia como destino turístico y,
analizando específicamente el rol que cumple la sociedad local, para la puesta
en valor de la oferta turística, es que nos preguntamos ¿los residentes de Ushuaia reconocen y se identifican con los productos
gastronómicos que se promocionan turísticamente[2]?
Justificación
Dado el ritmo agitado y la rutina en la que estamos
inmersos no nos damos el tiempo necesario para reflexionar sobre la importancia
de los alimentos y caemos en el conformismo creyendo que no hay nada que se
pueda apropiar o aprender de la comida. Pero, pensar, reflexionar y debatir
sobre la comida local, y como ya se dijo anteriormente sobre la presunta falta
de identificación de los residentes de Ushuaia con la gastronomía de promoción
turística local, es lo que motiva el desarrollo de esta
investigación, para conocer si hay uno o
varios platos[3]
gastronómicos que ayudan a generar algún tipo de identificación o
representación entre residentes, y sí existiese tal relación, cómo esos
productos culinarios pueden, por medio de la puesta en valor de la gastronomía como patrimonio cultural, revertir
dicha problemática y ser considerados un atractivo turístico importante para el
destino. Para lo que consideramos imprescindible la activación del patrimonio,
que lo consideramos una herramienta necesaria para dar cuenta de nuestra
cultura. Es, bajo este concepto que pensamos llevar la cultura en forma de comida
con sabor a nosotros a todos aquellos paladares que visitan a esta
ciudad turística.
Quizás el acto
de comer no genera inquietud, ni despierta interés o intriga de sus
significados, lo que da como consecuencia la falta de reflexión sobre aspectos
que hacen el hecho biológico y cultural de consumir alimentos. Pero el acto
humano de seleccionar, preparar y cocinar su alimento, fue lo que despertó el
interés a varios científicos, que luego realizaron grandes aportes. (Aguirre
2006 y 2010, Gil 2004, Bruera 2007 y 2010, Harris 1985).
Los cambios
alimentarios y las formas de producir los alimentos generaron contradicciones
entre lo que comemos y lo que decimos que comemos, estas contradicciones repercuten
en nuestra identidad, lo que nos permite plantear a la comida local como un
puente cultural que manifiesta identidad
y aporta un sentimiento de arraigo a los residentes de Ushuaia.
Es común la
asociación de comidas a personas, momentos o lugares especiales que traen al
comensal recuerdos y sentimientos generados al rededor de la comida, son estas asociaciones las que nos interesan
para comprender el consumo de ciertos productos culinario. “La comida como tal no existe separada del comensal y de la sociedad
concreta que la come. Una sustancia comestible se transforma en comida sólo
cuando es designada como tal por un grupo humano en un tiempo determinado.” (Aguirre,
2010:30)
Para llevar
adelante lo antes mencionado, realizamos un breve viaje histórico de los
distintos productos alimenticios locales. Esto nos va ayudar a expresar el
valor cultural de los distintos hábitos culinarios con una visión inclusiva de
la población, actual y presente. Como punto de partida tomamos la
disponibilidad de recursos que poseían distintos grupos humanos,
particularmente analizamos a las etnias Selk'nam y Yamanas, pasando por los
cambios que impuso la llegada del hombre blanco
y así gracias al estudio del
pasado comprender el presente.
En Tierra del
Fuego dentro del sector argentino se instalaron algunas empresas ganaderas, con
capitales nacionales y extranjeros, que buscaban explotar la actividad ovina.
El desarrollo y crecimiento de las estancias causo un impacto negativo sobre el
espacio natural que utilizaban los Selk´nam como territorio propio,
perjudicando particularmente al Guanaco
(Lama Guanicoe), compitiendo por el
espacio. El Guanaco cumplía un rol fundamental dentro de la vida de los de los
cazadores-recolectores como fueron los Selk´nam, dado que su desarrollo y
organización estaban basados en dicha especie. (Chapman, 2007; Borrero, 2007).
Analizar e
investigar las elecciones de los platos gastronómicos que llevaremos a cabo en
este proceso, nos permitirá conocer el gusto de los residentes y así aproximarnos
al comportamiento alimenticio actual.
No solo la
comida es un elemento de identificación, sino también su modo de preparación y
cocción. Elegir lo que comemos, no está librado al azar, sino que es la
sociedad quien impone o condiciona la elección de ciertos alimentos.
Coincidimos en
palabras de Álvarez donde menciona que “…el intercambio culinario se produjo, no
sin pasar por épocas de prejuicios y
rechazos mutuos: es que la cocina traduce la diversidad cultural y el
conflicto social. En su elaboración material y simbólica aparece la marca de la
diversidad y la diferencia pero también de las desigualdades socioeconómicas
que señalan procesos de distinción social.”(Álvarez, 2008: 25)
Todas las
personas poseen un patrón alimentario que tiene que ver con la identidad que
los hace parte de un grupo determinado dentro de la sociedad. Este patrón forma parte del conocimiento y su estudio
como tal nos ayudará a entender el por qué se consumen y rechazan ciertos
platos gastronómicos.
La alimentación como
uno de los elementos de la cultura, debe ser adecuada tanto biológica como
simbólicamente. Es decir que, más allá que el consumo de un producto
alimentario sea viable biológicamente, de nada sirve si desde la cultura la representación simbólica no es aceptada
por la sociedad. Será entonces que a la elección de la comida tiene en cuenta
dos aspectos:
* El fisiológico, que recae en el
acto de comer y;
* El simbólico, que recae en al acto
de elección.
Por ende el acto
de consumir es lo que enlaza y une de una forma indisoluble los aspectos
biológicos con los culturales.
Es por esto que
consideramos al estudio de la comida, como una forma que nos permite comprender
algunos cambios culturales, valores y apreciaciones de los individuos y del
grupo que forman parte. Como así también nos permite comprender las fuerzas
sociales, políticas y económicas que actúan en la sociedad a lo largo de su
historia. Lo cual nos abre las puertas del saber para trabajar y reflexionar la
gastronomía local y el rol que cumple o desenvuelve dentro de la sociedad.
En este trabajo
se analizará a los ciudadanos que residen en Ushuaia, si ellos se reconocen e
identifican con la promoción gastronómica local que lleva adelante el sector
público en referencia al tema. Es importante tener en cuenta el rol cumple la
ciudad receptora.
La alimentación como ingrediente de la cultura
En palabras de
Aguirre (2010) decimos que, “…comer no es
un evento exclusivamente humano, la forma de comer sí lo es. Ésta delimita
nuestra humanidad, porque los humanos somos los únicos que cocinamos para
comer, y al hacerlo elegimos, ordenamos, procesamos y damos sentido a los
nutrientes que nuestro omnivorismo nos permite metabolizar.” (Aguirre,
2010:13)
Esto nos permite
pensar al acto de comer como una
práctica necesaria y vital, y a su vez como una práctica cultural, donde el
hombre sumergido en la sociedad junto con el ambiente natural que lo rodea,
construye el gusto por el alimento. Porque en sí, el gusto, es una construcción
social (Aguirre, 2010). ”…No gustamos
sólo porque tenemos la capacidad de percibir y metabolizar ciertas moléculas;
la biología impone restricciones y posibilidades que son comunes a la especie,
de manera que deberíamos concluir que si el gusto fuera fisiológico todos
encontraríamos agradables o desagradables las mismas cosas.[…] Afortunadamente
aprendemos a gustar a través de las categorías que le dan sentido a la
experiencia. Siendo sujetos de lenguaje, reflexivos, sólo conocemos la realidad
por las categorías que creamos para describirla…” (Aguirre, 2010:14-15)
La comida, como
construcción social, es uno de los elementos que forman la cultura. Dado que “…no debemos recurrir a la genética para comprender su por qué, sino a
la cultura que crea las categorías y construye colectivamente los sentidos con
que son percibidas por las señales biológicas y esas categorías provienen del
otro, ya que nacemos en una sociedad que nos antecede; son categorías que
tienen una historia y se despliegan en un tiempo y en una geografía. Donde el
comer es un evento situado.” (Aguirre, 2010)
Este evento
situado como se dijo anteriormente está determinado por la cultura y el aporte
a la eficacia de la producción alimentaria global, donde lo que permite la
inclusión o exclusión de un alimento en una dieta no es la abundancia ni la
escasez del recurso. (Harris, 1985)
Una de las
formas de identificación de los miembros que se encuentran dentro de una
comunidad organizada económica, política y socialmente es la aceptación de tabúes, a los que interpretamos como prohibiciones alimenticias, que condiciona
lo que se come y se deja de comer.
Los tabúes
forman parte de la cultura y de alguna manera determinan el gusto alimenticio
de la sociedad. “…Muchas de las
sustancias que los seres humanos no comen son perfectamente comestibles desde
el punto de vista biológico. Lo demuestra el hecho de que algunas sociedades
encuentran deliciosos alimentos que otras aborrecen. Las variaciones biológicas
sólo pueden explicar una fracción muy pequeña de esta diversidad.”(Aguirre,
2010:29-30).
Por ende,
entender los hábitos alimenticios nos ayuda a repensar las formas de
sociabilidad. Y dentro de esos hábitos, subrayamos los gustos. Estos, según Bruera (Schettini, 2007) son una forma de
estereotipar cómo la persona recibe o acepta el momento de comer. El alimento o
la obra culinaria manifiesta valores, costumbres, ritos y demás elementos de la
cultura que hacen al proceso de simbolización y
representación, esto nos ayuda a comprender el por qué se consumen
algunos alimentos, y se niegan otros.
Entendemos que
gran parte de la sociedad, practica el acto culinario como una acción más de
repetición inconsciente y no se tome el tiempo de codificarlo, como por
ejemplo, el proceso de transformación cultural dado entre el hombre y su adaptación
al ambiente.
Para decirlo en
forma clara ”…las representaciones de los
alimentos, de las comidas y los cuerpos adquieren una dimensión particularmente
importante porque fundan la pertenencia a un sector identificando a los que
son, piensan y comen “como nosotros” , separándolos de los que no son, no comen
y no piensan igual, es decir “son los otros” y en esta clasificación entre
“nosotros y los otros “ cada grupo llenará el “nosotros” de condiciones
positivas que sostengan su identidad diferenciándose de “los otros”, aquellos
que por principio, al no compartir nuestra idea del mundo, no saben pensar, ni
comer y ni vivir.” (Aguirre, 2006:158)
Nuestro patrimonio…activado
Pensar la comida
y sus técnicas como una herencia cultural, es entender nuestro patrimonio, y el
hecho que “…el patrimonio sea una
construcción social quiere decir, en primer lugar, que no existe en la
naturaleza, que no es algo dado, ni siquiera un fenómeno social universal, ya
que no se produce en todas las sociedades humanas ni en todos los periodos
históricos…” (Prats, 1997: 19-20), lo que nos permite afirmar que la comida
nos ayuda a identificarnos como seres humanos que forman parte de una sociedad.
Incorporando la
propuesta de Prats (1997), tendremos dos aspectos en cuenta. Por un lado la
invención del patrimonio que remite a la idea de manipulación y por el otro la
construcción social que en este contexto, remite a la idea de universos de
símbolos legitimados. Ambos conceptos ayudan a explicar el proceso de
construcción patrimonial.
La invención y
construcción social no parecen ser procesos antagónicos, por lo contrario
resultan complementarios. Es decir que la invención se refiere sobre todo a los
procesos personales y Conscientes de manipulación, mientras que la construcción
social se asocia principalmente con los procesos inconscientes e impersonales
de legitimación. (Prats, 1997)
El factor
determinante del patrimonio, es el carácter simbólico, su capacidad para
representar simbólicamente una identidad, es decir que los repertorios
patrimoniales son activados por versiones
ideológicas de la identidad, es decir que el patrimonio es reflejo de la
identidad y aporta a las ideologías de la misma (Prats, 1997). Para ello
propone el concepto de “pool virtual”.
Un término que está compuesto por: la naturaleza, la historia y la inspiración
creativa.
Los criterios
enunciados, (la naturaleza, la historia, y la inspiración creativa) vienen a
ser como los costados (o el todo) de un triangulo dentro del cual se integran
todos los elementos potencialmente patrimonializables en el contexto de una
dinámica de inclusión y exclusión considerablemente rígida. (Prats, 1997)
Esto quiere
decir, que cualquier cosa material o inmaterial, procedente de la naturaleza,
de la historia o de la inspiración creativa, se incluyen dentro de los límites
del triangulo y cualquier otra cosa que no tenga procedencia, no.
El contenido de
este triangulo se constituye, pues, en un “pool
virtual” de referentes simbólicos patrimoniales. Pero esto no quiere decir que todos los
elementos constituyen automáticamente patrimonios sino que son potencialmente
patrimonializables. Para convertirse en patrimonio o en repertorios
patrimoniales, deben ser activados.
Hay que tener en
cuenta que, el hecho de que cualquier elemento obsoleto, tarde o temprano será
histórico y por lo tanto forma parte del “pool
virtual”, y podrá ser un potencial bien patrimonializable. Pero, no por su
condición de obsoleto sino por su carácter histórico (Prats, 1997). Esto quiere
decir, a nuestro entender que ni por obsoleto, ni por escases, ni por nobleza
un bien puede ser potencialmente patrimonializable sino que es por su cualidad
de natural, histórico o de inspiración creativa que lo hace posible como tal.
La condensación
de atributos y significados es otra clave. La virtud de un símbolo es su
capacidad para expresar de una forma sintética y emocionalmente efectiva una
relación entre ideas y valores (Prats, 1997). De otra forma, podemos decir, el
símbolo tiene la capacidad de transformar las concepciones, y creencias en
emociones, de encarnarse y de condensarlas, por lo tanto mucho más intensa.
Entendiendo a la
identidad como una construcción social y un hecho dinámico, aunque con un
razonable nivel de fijación y perduración. Decimos que “…que ninguna activación patrimonial, de ningún tipo, es neutral o
inocente, sea consciente o no de esto de los correspondientes gestores del
patrimonio.” (Prats, 1997:32) Por ende no es la sociedad toda quien activa
el patrimonio. Esta representación, esta imagen, este discurso, ha sido
elaborado por alguien concreto, con nombre y apellido, y al servicio más o
menos consciente de ideas, valores e intereses concretos, tan legítimos o tan
espurios como se quieran, pero reales. Son los actores quienes activan los
repertorios, pero no aquel que quiere sino el que puede. Los repertorios pueden
ser activados por cualquier agente social interesado. El poder político como
principal activador del patrimonio donde sin poder no existe patrimonio (Prats,
1997).
Complementando
esto último, decimos que el patrimonio cultural, es un conjunto de reliquias
legitimadas (no por la autenticidad religiosa sino por su pertenencia o
contacto con una externalidad cultural percibida) representadas en un tiempo
fuera de tiempo y siendo un conjunto determinado de referentes patrimoniales
que al ser activado, forman parte un discurso de poder. (Prats y Santana, 2005)
Por todo esto es
que nos preguntamos qué rol juega el Turismo o como se integra al Turismo a
esto, sea tanto el patrimonio o la cultura en sí.
Entendemos y
diferenciamos que, el turismo cultural es el turismo patrimonial y el
patrimonio no es cultura. El patrimonio es una construcción social. Este no es
el pasado, no es la historia. En cambio el patrimonio cultural, es todo aquello
juzgado, digno de conservar por motivo no utilitario. La cultura como la
herencia irrenunciable de la humanidad. (Prats y Santana, 2005)
El patrimonio
puede ser o se integra al mercado turístico porque, de alguna forma puede ser
vendido, pero en cambio la cultura no puede ser vendida sino vivida. Por eso el
turista no accede o no conoce a la cultura como un todo sino a las
manifestaciones culturales. (Prats y Santana, 2005) Porque el turismo “…es un negocio, un trato comercial entre
clientes y prestadores de servicios, consumidores y proveedores, y si un sector
de estos clientes están dispuestos a pagar para consumir cultura, pero cultura
percibida como autentica, con denominación de origen y sacralización externa,
es decir, patrimonio, los proveedores les proporcionaran patrimonio.” En
síntesis, definimos que el turista consume patrimonio y no cultura.
A modo de
instrumentos para definir a la activación patrimonial, señalamos tres grandes
figuras: museo, lugares y las
manifestaciones. Para el caso nuestro, como es el acto de la degustación de
la comida local, lo pensamos dentro de la figura de las manifestaciones como un instrumento de activación. Dado que por
medio de las manifestaciones o performance “…entramos
en contacto con el genio, con el pasado, incluso con la auténtica naturaleza en
el caso de gastronomía. Cuando el turista cultural viaja para observar o
participar de unas determinadas fiestas, es por el carácter patrimonial que les
atribuye como metonimias del pasado y tal vez de un oscuro genio colectivo, y
cuando lo hace [...], lo hace en pos del genio creativo y, por ende, del
patrimonio.” (Prats y Santana, 2005:10)
Es por eso, que
decimos que el turismo cultural es de hecho turismo patrimonial y que la
cultura, como forma de vida, queda en cierta manera al resguardo y sigue su
camino, sin ignorar el fenómeno turístico, por supuesto, sin implicarse o
comprometerse más de lo necesario o deseado. (Prats y Santana, 2005)
El objetivo que
prima en el turismo es la sensación. Viajamos más o menos conscientemente, a la
búsqueda de sensaciones, que después las convertimos en recuerdo o experiencia,
que constituye el verdadero legado del viaje. Un destino se constituye en una
alternativa turística si tiene la capacidad de atracción por sí mismo. Pero,
aún así, necesita o necesitará rodearse de infraestructura, servicios y
conjuntos de actividades que complementen la oferta y logren viable el lugar,
como un destino turístico. (Prats y Santana, 2005) Para el caso de Ushuaia,
como destino turístico, cuenta con todas aquellas cosas necesarias que hacen a
su atracción.
Pero no todo es
patrimonio y que el patrimonio lo
podemos conceptualizar como patrimonio
localizado, como aquel capaz de provocar por si mismo flujos de
visitantes con relativa independencia. O como patrimonio local, donde su virtud goza por el
uso y representatividad del la comunidad local y no condice con esa capacidad
de atracción que el patrimonio localizado cuenta. De una u otra forma, pensar
el patrimonio, es pensar que el patrimonio no está en la piedras, sino en las
personas que formar parte de una sociedad dada, por así decirlo. Es decir es la
población, la comunidad toda, la que lleva a cabo la puesta en valor de los
referentes patrimoniales y reclaman al poder
político su activación. Aunque, como anteriormente dijimos, la activación
del patrimonio depende de distintos agentes o actores que hacen a la sociedad
en general.
Por ende pensar
la degustación de los platos típicos que se promocionan turísticamente en
Ushuaia, es comprender que estos productos forman parte de las manifestaciones
culturales que los turistas si pueden llegar a conocer y que son patrimonios
potenciables.
Dentro de un sistema turístico, ¿qué rol cumple la
ciudad receptora?
A partir del
concepto de Sistema, como punto de partida desde lo general, es lo nos
apropiaremos y serviremos para ir aproximándonos a los otros conceptos
particulares que consideramos relevantes, y a partir de ellos trabajar la
presente investigación. En nuestro recorrido adoptamos un concepto de sistema; luego el de sistema turístico y desarrollo turístico.
Desde la
propuesta de conceptos que decimos adoptar definimos al Sistema como, “…elementos o entidades que funcionan de
modo interrelacionado y que tienen un objetivo común. Los elementos o entidades
son las partes, que junto con sus interrelaciones conforman un todo. Ciertas
propiedades del todo no se reducen a la sumas de las partes, lo que determina
que uno o más elementos no sean representativos del todo. Las partes del sistema turístico, lo
mismo que las cualquier otro sistema, son esto último, desde el enfoque del turismo,
decimos que el sistema turístico susceptibles de reagruparse internamente en
conjuntos menores que se denominan subsistemas.” (Boullon, Molina y
Rodriguez Woog, 1991:13)
El sistema
turístico tiene las cualidades de ser abierto y dinámico, adjetivos que
resultan del contacto con el medio ambiente o entorno. El sistema turístico es
un campo donde se produce un flujo
permanentemente de intercambio, dado que desde ambiente se importan insumos,
que al ser procesados, se transforman en productos. (Schluter y Winter, 1993)
Dentro de tal
sistema, señalamos que sus elementos son: superestructura, demanda, comunidad
local, atractivos, equipamientos e infraestructura son los que están interrelacionados
en un ambiente dado que propiciarán satisfacción a las necesidades de uso del
tiempo libre. (Boullon, Molina y
Rodriguez Woog, 1991)
En la
actualidad, hay presente diversos modelos de sistemas turísticos, pero
particularmente el modelo o esquema que conceptualiza y define el autor Molina
E. es a nuestro entender el que mejor se adapta a nuestro aborde teórico.
Especialmente porque es quien propone como un elemento clave dentro del sistema
turístico a la comunidad local. La elección de este modelo es fundamental para
poder desenvolvernos con mayor claridad sobre nuestra presunta problemática. Dado
que, la participación de la comunidad local dentro del sistema turístico es la
clave para poder justificar del por qué se va a trabajar sobre los residentes
de Ushuaia.
La intervención de los núcleos receptores…
Los núcleos
receptores son las zonas “elegidas” por los turistas. Aquellas a los cuales
acuden de manera sistemática, especialmente, durante ciertos períodos del año;
es un territorio que tiene cierto prestigio para los turistas y que posee
centros urbanos que son proveedores de servicios. Es decir, un espacio
geográfico potencialmente explotable, compuesto de varios elementos que tratan
de cubrir de forma integral las necesidades turísticas. (Orona y Lezcano, 2011)
El núcleo
receptor o la comunidad local, es elemento clave y de suma importancia y este “…está conformado por grupos de individuos
que residen en forma permanente en los polos o centros turísticos. También se
conoce con el nombre de comunidad receptora. Básicamente la comunidad local
está compuesta por dos grandes segmentos: los grupos que están directamente
relacionados con el turismo (mesero, guías de turistas, empleados de
aerolíneas, de agencias de viajes, de hoteles) y los grupos relacionados
indirectamente con el turismo (pescadores, campesinos, agricultores, obreros y
policías).” (Scluther y Winter, 1993:49)
El rol de la
comunidad receptora debe ser de destacada y activa en la puesta en valor de sus
recursos propios. Porque el diseño del
perfil de horizonte que se postula como deseable para un espacio económico -
social dado, no debe ser un experimento de un laboratorio técnico especializado
en ello, por lo contrario debe ser el producto que las bases de la sociedad involucrada desean y así
poder identificarse al proyecto mismo. Un perfil construido con ideas y
consensos de abajo hacia arriba. (Rofman, 2006) Y entender que, para el
desarrollo turístico se debe lograr con participación de todos sus actores que
hacen al entramado de relaciones tanto del sector público como del privado, y
así marcar la diferencia en la construcción e identificación de los atractivos
turísticos.
¿Por qué es importante la participación de la
comunidad loca?
En la utilización de los recursos locales, es esencial dar la
oportunidad a los ciudadanos del destino turístico dado, a participar y decidir
sobre la planificación y el desarrollo de la actividad turística. De esta forma,
la comunidad local tendrá expectativas realistas sobre lo que puede esperar y
se sentirá más motivada para proteger su entorno cultural y natural. Por lo tanto, es
importante que la comunidad local perciba y reciba beneficios de la actividad
turística y quizás así evitar conflictos entre los dos grupos de población
–residentes y visitantes – (OMT
1998)
En este contexto es donde la planificación de la actividad turística
que lleva a cabo los Estados deben trabajar, no sólo en función de lograr la
satisfacción del turista y el beneficio económico del destino sino sumar e
incluir la participación de la sociedad receptora hace a un beneficio mayor y
mancomunado. En este sentido, se tratará de un avance en términos cualitativos
y no únicamente cuantitativos.
(Orona y Lezcano, 2011)
Decimos que, Del Valle (1988), el desarrollo de una sociedad es el
mejoramiento a lo largo de tres ejes fundamentales. Ellos son:
autodeterminación, sustentabilidad y calidad de vida.
Estos tres ejes se definen como elementos indispensables para poder
llevar adelante dicho desarrollo. Cuando se trata de autodeterminación, se hace
referencia a la capacidad local de poder elegir, por medio de la participación,
consenso y compromiso, las acciones o políticas que hagan al perfil de modelo a
seguir. Es decir construir a partir de las experiencias, sus propias
herramientas y lineamientos. Como punto
antagónico, el otro modelo es la dependencia, que desde el exterior se impone
como proceso o modelo a seguir. Cabe mencionar o resaltar que este último hace
a la no inclusión de los actores locales, falencias por el desconocimiento de
los fenómenos in situ y de la arbitrariedad que ello supone.
Aquí la sustentabilidad, hace referencia al uso apropiado y ético de
los recursos para disponerlos en el ahora pero sin limitar o condicionar a las
generaciones futuras.
Y por último, calidad de vida tiene sentido según la posibilidad de
los miembros activos de la sociedad para que puedan desarrollarse teniendo no
sólo condiciones mínimas de calidad de vida como es, suelo, agua, alimento,
salud, educación, seguridad, etc., sino demás elementos que permitan a que esa sociedad pueda formarse
laboralmente como profesionalmente.
Por otra parte la relación – crecimiento señalamos que”…si bien el crecimiento económico es
condición del desarrollo […] las condiciones generadoras del desarrollo también
son condiciones que impulsan el crecimiento. En realidad, como sucede en muchos
casos, el espiral parece ser la figura geométrica más adecuada para una
representación gráfica y mental de la interrelación entre crecimiento y
desarrollo: a partir de un punto inicial (crecimiento) se configura un sendero
que sin solución de continuidad retrocede (estimula un mayor crecimiento) y
avanza (desarrollo).” (Boisier, 1997)
En sí, la dialéctica del desarrollo consiste en ir avanzando en forma
de espiral, donde la realidad como punto de partida nos inspira buscar el
cambio, pero contando con los elementos de esa realidad para llegar a un
proceso de transformación. Y pensar lo local, como la población que comparte
una historia de asentamiento. Porque el desarrollo no es sólo la búsqueda de
más y mejores cosas, sino es la trasformación cultural de la política y de los
modos de vida. (Coraggio, 2006)
Es por esto último, que el desarrollo local debe y requiere de los
elementos endógenos, de elementos exógenos y, sobre todo, de la inteligencia y
de un arte en la conducción política. Es
en esto donde los distintos actores que hacen al entramado del sistema
turístico tienen que identificar y trabajar en conjunto de una forma
sustentable. (Boisier, 1997)
Estructura del proyecto de investigación
Problema de
Investigación
Como mencionamos
al principio de este trabajo, planteo como problema de investigación a la falta
de identificación de los residentes de Ushuaia con los productos gastronómicos
que se promocionan turísticamente.
Hipótesis
Siguiendo con lo
expuesto, es que proponemos la siguiente hipótesis respecto a la falta de
identificación gastronómica por parte de los residentes de Ushuaia como es que,
por medio de la activación patrimonial de ciertos productos culinarios pueden ser considerados
importantes y de gran valor para ellos y lograr así, revertir dicha
problemática, y convertirla un atractivo
turístico en referencia como referente de la comida local frente a los otros. En
síntesis, la activación patrimonial de la comida local y lograr así su puesta
en valor como atractivo turístico.
Metodología
La metodología
aplicada para realizar el estudio será; a través de entrevistas a los distintos
entes públicos que trabajan en la promoción turística del destino Ushuaia y a
algunos prestadores de servicios gastronómicos, a definir. Se utilizará el método cualitativo. Por otro
lado, se realizarán encuestas, para determinar de forma cuantitativa si los
platos gastronómicos promocionados por el Estado, reflejan el gusto de los
residentes de Ushuaia. El cuestionario incluirá
algunas preguntas abiertas y otras cerradas, utilizando indicadores para
jerarquizar los gustos.
Esta base de
información será la necesaria para trabajar en la propuesta de por qué y para
qué crear un museo gastronómico en la ciudad de Ushuaia. El carácter del
trabajo de investigación es exploratorio y descriptivo.
Población
La población de
nuestra investigación incluye a todos aquellos individuos mayores de catorce
(14) años que residen en la ciudad de Ushuaia, determinándonos un universo de 41.758[4]
(N). Para determinar el tamaño de
nuestra muestra, se utilizó la fórmula
establecida por Dixon y Massey (1999)[5].
Por lo cual si
nuestro universo es N= 41.758, obtenemos como resultado el coeficiente muestral
(1.63 es factor para un 99% de confianza) de n= 332.3, es decir, 333
residentes.
En la muestra se
tendrá presente los diversos grupos etarios mayores de catorce años, relacionados
o no con la actividad turística, para así tener una visión y objetividad
general sobre nuestra tematica.
Objetivos
El objetivo
principal que tiene esta investigación es analizar la gastronomía local, más
precisamente con cuáles platos culinarios que se consumen en Ushuaia los
residentes se identifican y lo sienten como típico, autóctono o propio del
lugar.
Luego cotejaré,
como otro objetivo general, si conocen e identifican con la promoción turística
que el Estado lleva a cabo en referencia a la gastronomía. Para ello concentraré la atención en dichas promociones
que ha llevado y/o lleva a cabo los entes relacionados a la publicidad
turística para el destino Ushuaia.
Se procurará
trabajar esta información con toda aquella disponible que brindan las
investigaciones científicas realizadas con referencia al tema particular. Donde
se hará hincapié en la participación, si
es que la hay, de la sociedad receptora en la confección de la oferta turística
y si ella representa la identificación de la misma.
Estos objetivos
presumo que ayudarían a determinar con una mayor claridad con qué platos gastronómicos
se debería trabajar, desde el enfoque social y la participación loca, dentro de
la promocionan turística por parte de los entes relacionados al Turismo sea de
nivel provincial el Instituto Fueguino de Turismo o a nivel municipal, la
Secretaria de Turismo de Ushuaia. Así difundir el conocimiento de todos
aquellos elementos que hacen a la cultura gastronómica de los fueguinos para su preservación
y transmisión.
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[1] El turismo en
Ushuaia. Informe estadístico.
Síntesis temporada alta. Octubre 2010 / marzo 2011. (http://www.turismoushuaia.com/estadisticas/sintesis2010-2011). En adelante se hará la referencia bibliográfica con las siglas (STMU).
[2] Dentro del concepto de promoción turística, solo
vamos a trabajar con aquella que lleva acabo el sector público, tanto el estado municipal como provincial.
[3] Coincidimos
entender el concepto de plato, como
aquella transformación del alimento que un grupo humano combina según sus reglas de cocina. (Aguirre, 2010).
[5] Tomado de: Vereda, y otros (2010).
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